Juan Torres López
Ganas de escribir
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Derecho a desobedecer
Publicado en
Público.es el 17 de julio de 2012
El pueblo
español y otros europeos hemos comenzado a vivir bajo una tiranía. Las
autoridades imponen políticas que provocan daños económicos, físicos y morales
a la mayoría de la población. Reducen
los ingresos y aumenta la pobreza y la exclusión (solo entre 2009 y 2010
aumentó en 1,1 millones el número de personas pobres en España). Disminuyen la
financiación de los servicios públicos básicos, lo que hace que aumente la
mortalidad, las enfermedades y todo tipo de daños psicológicos y personales (la
tasa de mortalidad ha aumentado un 20% en Portugal desde que empezaron a
adoptarse las políticas de ajuste y la esperanza de vida ha bajado por primera
vez en España). Recortan los derechos de los más desfavorecidos al mismo tiempo
que aumentan los privilegios de quienes gozan de más renta y riqueza (la
desigualdad aumentará en España un 9% en 2012 como consecuencia de los
recientes ajustes fiscales del PP).
Además, imponen
estas medidas recurriendo a todo tipo de mentiras. Dicen que las toman para
mejorar la economía pero esta está peor que antes de tomarlas. Nuestra prima de
riesgo esta más de 400 puntos por encima de la que había en mayo de 2010 cuando
empezaron los recortes que Zapatero y luego Rajoy dijeron que había que tomar
para que bajase.
Dicen que las reformas
del mercado laboral son para crear empleo y lo que sucede es que la tasa de
paro está cinco puntos más alta que antes de aprobarse.
Dicen que hay
que reducir el gasto social para disminuir la deuda y resulta que ahora está
casi 17 puntos más arriba en porcentaje sobre el PIB que hace dos años porque
lo que ocurre, lógicamente, es que con menos gasto público se generan también
menos ingresos en todas las actividades.
Dicen que hay
que reducir el gasto en personal público porque no hay dinero pero privatizan
servicios a base de contratos a favor de empresas privadas que son más caros
que el personal que ahorran. Así ha pasado, entre otros muchos casos, con la
privatización del servicio de expedición de vidas laborales de la Seguridad
Social pagando 4,7 millones de euros a una empresa privada.
Dicen que no hay
dinero pero se sacan de la manga cuando les conviene miles de millones para
salvar a los banqueros corruptos, conceden amnistías fiscales, desmantelan la
lucha contra el fraude fiscal y renuncian a obtener los ingresos que podría
proporcionar combatirlo de frente y eficazmente. Solo en pago de deuda
ilegítima que deberíamos repudiar nos
hemos gastado en 2008, 2009 y 2010 algo más de 122.800 120.842 millones de
euros, según Agustín Turiel.
Dicen que todas
esas medidas son imprescindibles para salir de la crisis pero la realidad
indiscutible es que no hay ninguna experiencia en el mundo de algún país que
haya salido de una parecida adoptando este tipo de políticas. Al revés, le han
hecho frente mejor quienes hacen lo contrario.
Y entre tanta
estafa y falsedad, nuestras instituciones han quedado viejas y resultan
inútiles. Ni el PP ni el PSOE son capaces de aportar soluciones a la situación
ni de enfrenarse con inteligencia, valentía y dignidad a las imposiciones de
los poderes financieros. Pero no tienen inconveniente en repartirse cerca de 25
millones de euros en subvenciones solo para el primer trimestre de 2012, según
acaba de publicar el Boletín Oficial del Estado.
El Presidente
del Gobierno ha reconocido ante el Pleno del Congreso de los Diputados que en
España no tenemos libertad, y ninguna institución, ningún juez, ningún fiscal,
ningún partido pide cuentas por reconocer que la voluntad del pueblo ha sido
secuestrada.
El Rey, cuya
función constitucional es la de arbitrar con equidistancia, toma partido y
gobierna a favor de la oligarquía que se beneficia de estas políticas y de los
recortes con los que está en desacuerdo el 70% de la población española.
La Constitución
es un papel mojado porque no garantiza el ejercicio de derechos básicos, ni la
soberanía nacional, ni el libre albedrío de todos sus ciudadanos, ni la defensa
de nuestro patrimonio ni la de los intereses económicos de la Nación española,
ni, por supuesto, la libertad que Rajoy reconoce sin inmutarse que nos han
robado.
Y en Europa se
asienta el cerebro del Tirano: no hay manera democrática de hacer frente a las
imposiciones de la banca, cuyos antiguos directivos han tomado al asalto las
grandes instituciones, y donde sus autoridades incluso comienzan a declararse,
como en el Estatuto del Mecanismo Europeo de Estabilidad, inmunes e inviolables
(artículo 35.1) decidan lo que decidan y hagan lo que hagan.
Los españoles no
tenemos por qué aceptar la traición de nuestros gobernantes y la imposición de
políticas injustas y basadas en mentiras, que solo benefician a las minorías
privilegiadas, ya salgan de La Moncloa, de Bruselas o del mismo infierno.
“Cuando el gobierno viola los derechos de los ciudadanos la insurrección es
para el pueblo, y para cada porción del pueblo, el más sagrado de sus derechos
y el más indispensable de sus deberes”, tal y como decía el artículo 35 de la
Declaración de los Derechos del Hombre de 1793, porque, como también afirma la
Declaración Universal de los Derechos Humanos en su Preámbulo, el pueblo tiene
el “supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.
Si los pueblos
no hubieran ejercido estos derechos, si no hubieran desobedecido leyes injustas
como las que se imponen ahora, si en lugar de ello hubieran obedecido “con
responsabilidad”, como pide la Secretaria General del PP, todavía habría
esclavitud, todavía los negros serían considerados seres de rango inferior, y
las mujeres ni podrían votar ni tomar decisión alguna sin el permiso de sus
padres o maridos.
¡Ya está bien de
obedecer a los tiranos que gobiernan contra el pueblo! Hay que reclamar sin
miedo elecciones generales para acabar con la estafa electoral protagonizada
por el PP y con la ineficacia y corrupción de los partidos instalados en el
sistema nacido de la transición, hay que abrir paso a una nueva Constitución
que salvaguarde de verdad nuestra soberanía nacional y el ejercicio de los
derechos básicos, que combata la corrupción como a un cáncer maligno, que
obligue a respetar los principio de equidad y justicia fiscal, que proporcione
nuevos medios de participación social y ciudadana… que no permita nunca más la
vergüenza de estar gobernados por un presidente al que le dé igual que hayamos
perdido la libertad.
Quienes nos
imponen estas políticas cuentan ya con un determinado grado de respuesta y
rechazo social
(“pueden hacer
mil marchas, mil huelgas, nada cambiará”, decía Menem en julio de 1997 en la
Argentina que sufría entonces lo mismo que ahora los pueblos europeos). Por eso
no basta con respuestas aisladas y desunidas.
Hay que
reaccionar frente al tirano con el único medio al que nunca podrán vencer: la
máxima unidad ciudadana, la desobediencia civil y el sabotaje pacífico, siempre
pacífico, y democrático de sus normas e imposiciones. Sin miedo y con
esperanza, porque Gandhi lo dijo bien claro: “Siempre ha habido tiranos y
asesinos, y por un tiempo, han parecido invencibles. Pero siempre han acabado
cayendo. Siempre”.
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