viernes, 8 de junio de 2012

"Crónicas Palaciegas"



Más que crónicas palaciegas, yo lo llamaría chismorreos o murmullos de una posible rebelión de los mileurístas que ocupan cargos en el consistorio silense,  al cual yo más bien lo calificaría Comisión de Fiestas Patronales y no Patronales.
Se dice que tal vez el descontento con otros miembros de las jerarquías del grupo gobernante que les triplica y hasta cuadriplica en emolumentos y masa salarial. Les está animando a intrigar y buscar refugios en otro árbol con más sombra, ya se habla de desconfianza, de críticas veladas y no tanto, de remover sillones en concupiscencia con el grupo de la oposición. A quienes alienta, aplauden y difunden esta clase de rumores con toda la humildad, les digo: que no les caerá esa breva. Y paso a exponer mis razones, siempre sujetas a debate y reflexión, aunque lo que yo he llamado disputas palaciegas, no profesan mucho mi interés, por lo vacuas que suelen ser. 
Cómo primera clave les diré, hasta dentro de algún tiempo, esto no ocurrirá, la pantomima de divorcio no tendrá lugar hasta muy cerca de las próximas elecciones municipales y autonómicas. ¿Cómo creen ustedes que se va a romper una pareja tan sólida como la de Paulino Ribero, el más pobre representante intelectual que ha tenido la derecha tinerfeña en todos los tiempos y la de otro gran socialista canario como Julio Pérez? Además como padrino de esta unión tenemos a otro gran socialista canario como Aurelio Abreu. ¿Cómo se les ocurre tremendo disparate? Cuando tienen en la corporación municipal de Los Silos a otro gran personaje de la política canaria como Mario Escuela Enrique de maestro de ceremonia y último nexo de unión matrimonial. Este señor se merece unas palabras en nuestro blog por su dilatada y azarosa vida pública puesto que ha tocado todos los palos. En  su armario ropero apenas le quedan prendas que cambiar. Ha pasado de ser un peligroso comunista, un iracundo sindicalista a ser asesor de la derechona  canaria. Sólo le falta que le cague la gaviota, perdón por el disfemismo.  No en vano, quienes antes le consideraban un charlatán peligroso, ahora le consideran un gran estadista. Y la derechona silense le rinde pues pleitesía. ¿Están ustedes locos? ¿Qué se puede dar crédito a tales rumores con estas personalidades tan afines, tan en su lugar?
La oportunidad de los mileurístas la perdieron cuando no se presentaron bajo las siglas con las que ellos se identificaron (la dichosa gaviota, otra vez, por supuesto) pero Don Santiago tuvo mejor ojo y los captó bajo sus preceptos para su causa. No sin antes haber hecho un trabajo psicológico con los mismos. Convirtiéndoles en “auténticos socialistas de la noche a la mañana” ¿Tal vez en ese momento una gran parte del pueblo les hubiese apoyado y no por méritos propios sino por demérito de quien ocupaba el sillón. Muchas veces, los ciudadanos votamos tapándonos la nariz pero luego el resultado es que nos comen las moscas.
Hace algún tiempo, me encontraba en la plaza de Los Silos sentado conversando con un amigo. Suscitó mi interés el ver en una misma mesa sentados a Santiago Martín y Aurelio Abreu compartiendo una larga conversación. Le comenté a mi amigo aquel viejo refrán de reunión de pastores ovejas muertas a pocas semanas fue defenestrada la cúpula dirigente del socialismo tinerfeño; José Manuel Corrales, Ignacio Viciana, Pedro Anatael, Santiago Pérez  y algún que otro etc de ese grupo que se autodenomina izquierda socialista y para mi su labor ha sido la de Simón de Sirineo en su recorrido por el socialismo insular y quizás alguno como José Manuel Corrales se le haya grabado bien aquello de que "Roma no paga traidores"

Mi consejo a los mileuristas es que se estén quietitos y calladitos y que no permitan que entorno a ellos se difundan tales comentarios o chismes pues la lista es larga hacia abajo y fuera de lo que llaman poder pero que para mi son pobres muchachos. Fuera la noche es muy larga y hace mucho frío y los mileurístas son una especie en peligro de extinción.

Si más de momento se despide un campesino indignado.

Silense 


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