miércoles, 7 de agosto de 2013

De nuevo compartimos el artículo del mes de Ernesto Rodríguez Abad.

Muy interesante y apropiado para el momento que vivimos:


Súbditos y políticos

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define súbditos como: “Natural o ciudadano de un país en cuanto sujeto a las autoridades políticas de este”. Según esta definición es lógico que los ciudadanos podamos sentirnos atados a las veleidades de los políticos, sometidos a sus apetencias, burlados por sus ansias de poder. Si analizamos los discursos, si nos fijamos en sus actitudes, en sus acciones o decisiones todo va encaminado a conservar o lograr poder, poder, poder. Nunca  a conseguir la felicidad de los súbditos, de los sometidos.
En la acepción novena del DRAE la palabra político nos dice: “Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”. También define político como la persona que ostenta un cargo público, pero no es esa la acepción que deseo resaltar. Demasiado desprestigiados están  ya los que ejercen ese oficio, que, por cierto, no debería ser tal, sino una  vocación de entrega  al pueblo, un periodo de trabajo por el bien común.
Pero no es así la realidad. Los políticos se alejan del pueblo, ya no sienten su latido, sus corazones palpitantes.
La política ha perdido la carga ideológica y se ha convertido en una carrera tras el poder, manipulada por grandes intereses económicos que, en la sombra, controlan la gran maquinaria del capitalismo. Ellos son los artífices de un sistema alienante para el ser humano, degradante para la naturaleza.
Vivimos en una sociedad que genera leyes que atosigan, necesidades que agobian, normas que adocenan al hombre y a la mujer… Impuestos, multas, presiones… Cambios que nos ponen al borde de un precipicio. Nunca al borde de la felicidad. Exigencias que nos esclavizan, dictámenes que obligan, prohibiciones, no, no, no…
Necesitamos una revisión verdaderamente democrática, los súbditos deben ejercer de políticos. Es necesario que el ciudadano tenga mecanismos ágiles y verdaderos para ejercer sus derechos, para participar en la vida pública. La verdadera política se hace entre todos, rompiendo las barreras que separan a mandatarios de mandados. Privilegios para unos, obligaciones para otros. Leyes protectoras para unos, leyes rígidas para los otros.
Debemos construir una sociedad sin unos y otros, una sociedad donde todos podamos ejercer el derecho a la política, a la toma de decisiones; donde todos seamos juzgados por las mismas leyes, donde todos tengamos los mismos derechos.
Una sociedad que cambie la acepción del DRAE en la que los súbditos se definen como “sujetos a las decisiones de las autoridades políticas”, por otra en la que los  puedan ser definidos como los que vigilan el buen hacer de las autoridades políticas de su país.

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