Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa:
"Prólogo
En 1978 el presidente del
sindicato más poderoso de Estados Unidos, Douglas Fraser, de la federación de
los trabajadores de la industria del automóvil United Auto Workers
(UAW) condenó a los
"dirigentes de la comunidad empresarial" por haber "escogido
seguir en tal país la vía de la guerra de clases (class war) unilateral, una
guerra de clases en contra de la clase trabajadora, de los desempleados, de los
pobres, de las
minorías, de los jóvenes y de los
ancianos, e incluso de los sectores de las clases medias de nuestra
sociedad". Fraser también los condenó por haber "roto y descartado el
frágil pacto no escrito entre el mundo empresarial y el mundo del trabajo, que había
existido previamente durante el periodo de crecimiento y progreso" en el
periodo posterior a la
Segunda Guerra Mundial conocido comúnmente como la "edad
dorada" del capitalismo
(de Estado).
El reconocimiento de la realidad
por parte de Fraser fue acertado aunque tardío. Lo cierto es que los dirigentes
empresariales y sus asociados en otros sectores de las élites dominantes
estaban constantemente dedicados a una siempre presente guerra de clases, que
se convirtió en unilateral, sólo en una dirección, cuando sus víctimas
abandonaron tal lucha. Mientras Fraser se lamentaba el conflicto de clases se
iba recrudeciendo, y desde entonces ha ido alcanzando unos enormes niveles de
crueldad y salvajismo en Estados Unidos que, al ser el país más rico y poderoso
del mundo y con mayor poder
hegemónico desde la Segunda Guerra
Mundial, se ha convertido en una ilustración significativa de una tendencia
global.
Durante los últimos treinta años
el crecimiento económico ha continuado −aunque no al nivel de la "edad
dorada"−, pero para la gran mayoría de la población la renta disponible ha
permanecido estancada mientras que la riqueza se ha ido concentrando, a un
nivel abrumador, en una facción del 1 por ciento de la población, la mayoría de
los ejecutivos de las grandes corporaciones, de empresas financieras y de alto
riesgo, y sus asociados. Este fenómeno se ha ido repitiendo de una manera u otra
a nivel mundial. China, por ejemplo, tiene una de las desigualdades más
acentuadas del mundo.
Se habla mucho, hoy en día, de
que por el hecho de que "Estados Unidos esté en declive" hay un
cambio en las relaciones de poder a nivel global. Esto es parcialmente cierto,
aunque no significa que otros poderes no puedan asumir el rol y la supremacía
que ahora tiene Estados Unidos. El mundo
se está convirtiendo así en un lugar más diverso en algunos aspectos, pero más
uniforme en otros. Pero en todos ellos existe un cambio real de poder: hay un
desplazamiento del poder del pueblo trabajador de las distintas partes del
mundo hacia una enorme concentración de poder y riqueza.
La literatura económica del mundo
empresarial y las consultorías a los inversores súper ricos señalan que el
sistema mundial se está dividiendo en dos bloques: la plutocracia, un grupo muy
importante, con enormes riquezas, y el resto, en una sociedad global en la cual
el crecimiento −que en una gran parte es destructivo y está muy desperdiciado−
beneficia a una minoría de personas extraordinariamente ricas, que dirigen el
consumo de tales recursos. Y por otra parte existen los "no ricos",
la enorme mayoría, referida en ocasiones como el "precariado" global,
la fuerza laboral que vive de manera precaria, entre la que se incluye mil
millones de personas que casi no alcanzan a sobrevivir. Estos desarrollos no se deben a leyes de la naturaleza
o a leyes económicas o a otras fuerzas impersonales, sino al resultado de
decisiones específicas dentro de estructuras institucionales que los favorecen.
Esto continuará, a no ser que estas decisiones y planes se reviertan mediante
acción y movilizaciones populares con
compromisos dedicados a programas que abarquen desde remedios factibles a corto
plazo hasta otras propuestas a más largo plazo que cuestionen la autoridad
ilegítima y las instituciones opresivas entre las que reside el poder.
Es importante, por lo tanto,
acentuar que hay alternativas.
Las movilizaciones del 15M son
una ilustración inspiradora que muestra qué es lo que puede y debe hacerse para
no continuar la marcha que nos está llevando a un abismo, a un mundo que
debería horrorizar a todas las personas decentes, que será incluso más opresivo
que la realidad existente hoy en día."
NOAM CHOMSKY
Boston, agosto 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario