jueves, 2 de mayo de 2013

1º de mayo en Las Turquillas. La vida y la muerte en Andalucía por Ángeles Maestro


Hemos compartido esta noticia por su relevancia en el pasado día 1º de mayo:

"Vengo de acompañar a las compañeros y compañeras del SAT que hoy, 1º de mayo, han intentado ocupar la finca pública de “Las Turquillas”. Cientos de jornaleras y jornaleros de todas las edades, jóvenes que se incorporaban a la lucha y mayores con las espaldas y los cerebros cargados de herencias de hambre y de combate, de sangre, sudor, lágrimas, cárcel y muerte – como contaba César, responsable de los jóvenes del SAT - realizaban, una vez más, la escenificación de la clase obrera en lucha y sin trabajo frente a las vallas que cercan la tierra que se les niega.

La Guardia Civil y el Ejército – hoy había en “las Turquillas” más militares que nunca – bloqueaban el paso a 12.000 hectáreas de tierra fértil que hoy sirven exclusivamente para mantener una yeguada. Todos los aparatos del Estado para impedir que las manos y la sabiduría del pueblo pongan a producir la tierra, más que necesaria que nunca para dar de comer a una Andalucía con casi un 40% de paro.

Un Gobierno “de izquierdas”, del PSOE e IU, mantiene la finca en poder de los militares, pese a que ya caducó el periodo por el que se les concedió su uso. Como cobardes, se escudan tras las armas del Ejército para impedir que la organización que concentra la mayor voluntad de lucha y de dignidad de la clase obrera andaluza pueda ocuparla. Todo menos permitir que el pueblo ejerza su soberanía y demuestre que puede resolver sus problemas prescindiendo de los parásitos que le roban.

Ha sido una mañana hermosa. El sol brillaba después de semanas de frío y lluvia. Tras la marcha y las palabras de combate de Diego Cañamero, Juan Manuel Sánchez Gordillo y otros compañeros y compañeras vino la comida al pie de la verja del núcleo duro de la instalación militar. Cada quien traía lo suyo y lo compartía con el resto.

Los cantes improvisados de Gente del Pueblo en las voces de Jose María Carrillo y otros compañeros pusieron palabras al torrente de sentimientos allí acumulados: “Pintaron a Andalucía con guitarra y pandereta, con volantes y lunares, con mantillas y peinetas. Existe otra Andalucía, que canta por no llorar. Existe otra Andalucía, donde le pueblo en su cantar, quiere gritar sus herías”. Ese pueblo que con su lucha ha rescatado y recreado su cante respondía a la desesperanza desgarrada de Antonio Machado: “España, la malherida España, de carnaval vestida nos la pusieron, pobre, escuálida y beoda, para que no acertara la mano con la herida”. Allí estaba el pueblo dispuesto a arrancar lo que es suyo al capital, a los gobiernos que legalizan y perpetúan la usurpación y a sus perros guardianes; a seguir el sendero de lucha de generaciones anteriores, de derrotas y de esperanzas, porque es el único camino.

Allí les dejé. Preparándose para organizar la ocupación; temporal o permanente, ya lo verían. Otros grupos del SAT estaban ocupando fincas en Jaen y en Lebrija para preñar la tierra de trabajo y construir la vida. Cuidando todo mucho, como decía Cañamero, porque sabemos que al final todo esto será nuestro, del pueblo.

Al ir a coger el tren he sabido que entre Jerez y Sevilla un hombre se ha suicidado tirándose a las vías. Un jornalero, un parado, un obrero, con las mismas caras, con las mismas voces, con la misma historia detrás, ha echado su cuerpo al ferrocarril incapaz de contener tanta angustia.

Los Botín y los Alierta, la duquesa de Alba y el duque del Infantado, los Rajoy y Rubalcaba, el gobierno de “izquierdas” al que ni se le ocurre tocar la propiedad de parásitos y ladrones, que no se atreve a contravenir los dictámenes de la “Troika” porque son sagrados, mientras el pueblo se muere de hambre; toda esa escoria de la humanidad ha cometido el enésimo crimen contra la clase obrera matando a ese hombre que no pudo más porque se le desgarraba el corazón y el cerebro. Jose María Carrillo le habría cantado: “En tus carnes se clavaba, el dolor de tus hermanos, que oprimen cuatro tiranos, y el maldito capitá. Era tanta la tristeza que no pudiste aguantá”.

Ese muerto todavía caliente, los que han caído y los que caerán, claman venganza y nos interpelan. Sabemos que los criminales responsables de sus muertes jamás sentirán un estremecimiento y mucho menos se dejarán expropiar las riquezas y los recursos entre los que se pudren sus indecentes vidas y que la clase obrera necesita.

Sabemos que sólo el pueblo puede salvarse y asegurar la continuidad de la vida. Avanzar en la construcción del poder popular es la respuesta, hoy más que nunca.

El tiempo apremia y mañana es tarde.

1º de mayo de 2013 - Ángeles Maestro

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