Una vez más hemos asistido a lo que llaman “Debate Sobre el Estado de la Nación”. Y como siempre no ha dejado de ser una simple ópera burda y bufa. Eso sí, con diferentes actores, una clase política desprestigiada, unas instituciones bajo mínimos en cuanto a consideración ciudadana. Y una corrupción que como gangrena infecta a todas las capas de la sociedad. Bajo estas primicias hemos tenido que soportar, o mejor dicho, mirar para otro lado para no escuchar toda una sarta de mentiras por parte del actual capataz al servicio del capitalismo financiero rampante así como las pronunciadas por el líder de la oposición que aspira a sucederle en el cargo siguiendo con la vetusta línea Cánovas-Sagasta. Hemos podido comprobar, cómo un señor habla de la regeneración política y de la corrupción estando rodeado de monos aplaudidores mientras la misma le sale por las orejas. Un jefe de la oposición al otro lado cargado con una mochila llena de escándalos del presente y pasado. Mientras tanto, la calle se inflama cada día más y más. Los medios de comunicación se empeñan en transmitir a la sociedad que lo que representan estos señores son sólo dos proyectos políticos diferentes, cuando en realidad son los representantes de dos castas que aspiran a alternarse y perpetuarse en el cargo de capataces del poder.
Quedan aquellas minorías que por una ley tramposa o por propios errores no solamente tienen restringido el tiempo de palabra sino que, además son vetados o ocultados de forma premeditada por los medios de comunicación que sirven a su amo, léase prensa, radio o televisión. Estos grupos que cuando hablan la mayoría de sus señorías o entablan conversaciones entre sí o se van a la cafetería del hemiciclo o si están haciendo ruido con sus molestos murmullos son invitados por el propio Presidente de la Cámara a tomar café.
A estos pequeños grupos, en general y a la izquierda plural, en particular, me permito la debilidad personal de brindarles un consejo: que tomen ejemplo del desaparecido José Antonio Labordeta y les manden a la mismísima mierda. Que se unan a la gente en la calle que ya no aguanta más donde sí serán escuchados pero que tampoco tarden mucho porque les puede ocurrir lo mismo que a la señorita Talegón y al ex Ministro López Aguilar. No den lugar a que la gente les grite aquello de que “no nos representan” y no puedan luego salir a la calle con la frente bien alta y la mirada limpia que es como tiene que ser.
No sigan siendo banda de música pueblerina detrás de esa procesión cuando ya los santos corruptos comienzan a desmoronarse y les necesitamos para construir algo grande y nuevo.
Los norteños.
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