"Pura Vida" de Ernesto Rodríguez Abad, un excelente escritor canario que nos aporta luz con su brillante palabra...
Pinta en los muros
sonrisas
clandestinas:
Renace el día.
Alguien
camina por la calle. Va distraído en sus pensamientos. Otra persona se cruza en
su camino. Se saludan. Se establece entre ellos un diálogo simplemente cortés:
“buenos días”, “hola”, “¿qué tal?” Estereotipos de la comunicación sin más
contenido. Diálogos carentes de información, de significados, de poesía… Fase
de la comunicación en la que no pretendemos otra cosa que mantener el canal
abierto. Convenciones de la convivencia humana.
Hace
poco paseando por Alajuela, en Costa Rica, me di cuenta de que la manera usual
de saludarse entre los ticos era decirse: “pura vida”. Sonreí, entre
sorprendido y acariciado por las palabras, cuando me lo dijeron. Quizá también
consistía en una fórmula hecha. Pero las frases estereotipadas algunas veces
van más allá del simple saludo y representan una forma de ser, aportan un
significado que escapa a lo meramente lingüístico. “Pura vida” lleva una
sonrisa incorporada, una forma de mirar, un brillo especial.
Vivimos
en una sociedad oscura, un mundo dominado por intereses nos agobia con el
déficit, las primas de riesgo y el paro, los políticos se meten en guerras
circenses para distraernos, la corrupción corroe los cimientos de la sociedad,
la prensa se compromete con la trivialidad, los espectáculos de masas se
convierten en el eje de la vida. Intereses, interés, intereses… Esa es la
palabra clave en nuestra sociedad. Se persigue un voto por interés, se pacta
por interés, se ayuda por interés, se hace amistad por interés… Se sonríe por
interés.
No.
Estoy cada vez más convencido de que ese no es el camino. Tenemos que aprender
a decir muy alto “pura vida”. Sin miedo. Bailar en medio de un mercado. Oler la
fruta. Bañarte en una playa, mientras los monos saltan de un árbol a otro.
Escuchar los truenos retumbar en la selva. Mojarte bajo la lluvia sin miedo a
resfriarte. También puedes gritar “pura vida” en los momentos inesperados o en
aquellos que parecen cotidianos, pero están llenos de sentido aunque no lo
vemos. Al pasar frente a un semáforo y descubrir unos hermosos ojos que te
miran. Frente al atardecer, junto al mar rugiendo entre las rocas negras de
lava, mientras lees un hermoso poema. También al comprobar que un alumno
destapa su curiosidad en una clase o al lado de un obrero que susurra cantos de
antaño mientras recoge la cosecha, o en la plaza solitaria mientras sonríes
bajo la luna, o escuchando el juego del viento entre las sábanas recién lavadas
que alguien ha tendido en la azotea…
“Pura
vida” cuando alguien denuncia una injusticia, cuando un niño aprende a hablar,
cuando los seres humanos reafirman para siempre el sentido de igualdad, de
franqueza, de dignidad para todos.
Vivir
es un regalo si lo sabemos administrar. Porque vivir no es esperar. Tenemos que
caminar en busca de quimeras. Sí, hacia esas quimeras que escandalizan a los
poderosos. Porque caminar es lo que da sentido a nuestro instante en el mundo;
puro caminar pintando sonrisas. La misma vida es el regalo que tenemos cada día
como el pan que crepita en la puerta del horno, como el pájaro que despierta en
las ramas del árbol, como la voz de heridas de Violeta Parra.
Gracias
a la vida que me ha dado tanto.
Me
ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así
yo distingo dicha de quebranto,
los
dos materiales que forman mi canto
y
el canto de ustedes que es el mismo canto,
y
el canto de todos, que es mi propio canto.
“Pura
vida” para cada uno de los seres humanos. Porque el canto de todos, como la
sonrisa de todos, se construye con la sonrisa de cada uno. Si los seres humanos
dibujan sonrisas en sus caras, el mundo, quizá, aprenderá el valor de la
alegría.
Ernesto Rodriguez Abad
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