Constantino Bértolo.

Confirmado: el Manifiesto
Comunista ha sido el libro más vendido en la pasada Feria del Libro de Madrid. Terremoto
de grado siete en la Escala
de Richter de los libros más vendidos. La Guardia Civil está tratando de
localizar el epicentro. Dejémonos de bromas e ironías: esto es una noticia y más
que una noticia, esto es un acontecimiento, es decir, ese momento en que una
corriente subterránea de la historia inesperadamente rompe las cárceles que la
aprisionan e irrumpen sobre lo cotidiano de manera inevitable. Claro qué a lo
mejor la cosa no deja de ser un espejismo temporal, nube que no hace verano,
primavera agostada antes de dar cosecha, el sueño rojo de una noche de verano. O
el mundo se ha vuelto loco y por el mar corren las liebres y por el monte las
sardinas. O todo lo contrario: aviso de que este mundo de crisis, paro masivo,
precariedad permanente, jubilaciones en fatiga, despidos a la carta, copagos,
plusvalías absolutas e impuestos regresivos, al fin empieza a dar señales de
estarse volviendo razonable porque razonable es que los oprimidos y explotados
busquen el manual de instrucciones que indique cómo trazar el camino de salida.
Digámoslo claramente: la noticia es una buena noticia y puede y debe ser leída
como claro síntoma de que al fin algo se está moviendo después de tanta
transición hacia la nada.
Quisiera sin
embargo celebrar la noticia desde una perspectiva más literaria que no por eso
deja de ser política sino todo lo contrario. Porque quiero sospechar que en lo
que en definitiva está sucediendo es por circunstancias diversas se pone ahora
en evidencia que el Manifiesto Comunista que Marx y Engels en buena hora
escribieron pertenece a ese género literario mayor, la épica que como Hegel diría
tiene como tarea principal el llevar a la conciencia de la sociedad los poderes
y sentires de la vida en común: hazañas y destinos, metas y combates, derrotas
y afirmaciones, silencios y proclamas. Porque leamos:
Toda la historia
de la sociedad humana
de lucha de
clases e historia.
libres y
esclavos, patricios y plebeyos
varones y
siervos de la gleba, maestros y oficiales;
en una palabra,
opresores y oprimidos
siempre en
combate frente a frente,
empeñados en una
lucha ininterrumpida,
veladas unas
veces y otras abiertas y franca,
en una lucha que
conduce en cada etapa
a la
transformación revolucionaria
de todo el régimen
social
o el exterminio
de ambas clases beligerantes.
Un héroe
colectivo y emergente: el proletariado, contra las armas, artimañas y tropas de
una burguesía empeñada en enterrar el mundo en la tumba que ella misma ahonda y
cava. Cantar de gesta en el que los comunistas expresan “a la luz del día y
ante el mundo entero sus ideas, sus tendencias, sus aspiraciones, saliendo así
al paso de esa leyenda del espectro” porque no es un fantasma que recorre
Europa y Asia y América y África y el norte y el sur sino la fuerza del mañana.
Y porque esta era la noticia: el proletariado ha vuelto a la épica.
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